Para el mundo, tú eres una simple persona, uno más. Pero para un persona, tú puedes ser el mundo, la clase de mundo que todos estamos esperando…  

Las crisis siempre han existido, y creo que nunca dejarán de ser una moda. Estarán separadas por tiempos mejores, pero las crisis, a veces justas o injustas, siempre estarán presentes en la vida humana, en las familias, en las urbanizaciones, en la calle, en tu ciudad o en tu país.

Hay veces en que las crisis son beneficiosas, otras muy dañinas y perjudiciales. A todo ello, lo importante es cómo uno decide reaccionar ante ella.  Puedes adoptar un papel de luchador o perdedor. De protagonista o víctima. De ejecutor o hablador; pero la clave está en saber en qué extremo estás, ya que si estás en el medio, entonces, estás metido en tremendo problema.

¿Estás metido en tremendo problema? O ¿Sabes en qué extremo estás?

¿Cómo saber si estás en el medio? Para saber si estás en el extremo bueno, de encarar una crisis, tus actitudes y comportamientos deberían estar en sintonía con las siguientes posturas:

Primero: Levantarte todos los días, sabiendo que hoy deberías cerrar todo eso que está inconcluso, medio hecho, por terminar, a la mitad, a medias; pero sintiendo algo por dentro, que te habla, de que lo debes ejecutar. Si no tienes esa voz, haaay, hay, estás en el medio. Esa es la voz de la responsabilidad, que alimenta el hacer lo correcto, que ejercita el deseo de culminar lo que se debe culminar, con la concepción de que no hacerlo, no es lo correcto, y no está bien.

Segundo: Levantarte todos los días, sabiendo que hoy es un día para ser mejor en lo que haces, para aprender algo nuevo, que te destaque, para capitalizar conocimiento, sabiduría o práctica, en lo que tú crees, que eres lo mejor. Si ese deseo no  está presente, con cierta frecuencia, en los días que acompañan tu vida, entonces, haaay, hay, estás en el medio. La ausencia de ese deseo es sinónimo de “no me está importando lo que sucede, total, para qué”. Ya vendrán tiempos mejores, como decimos en criollo. Pero el tiempo mejor, necesita de un sujeto “TÚ”, que le ponga el verbo de la “ACCIÓN”.

Tercero: Levantarte todos los días, con el ánimo de contagiar ánimo, y me refiero al bueno, no al negativo, a la quejadera, a la dejadez, inclusive a el propio deterioro de la salud personal. El ánimo no es una casualidad. Cualquier día podemos amanecer con buen ánimo. Pero cualquier día, debería ser todos los días.

Siempre pregunto en mis conferencias, cuál es el sonido más espectacular de la naturaleza. Muchos responden: “el correr del agua por un arroyo;  una voz diciendo te “Te quiero”; el cantar de los pájaros en los árboles; el ir y venir del mar en la orilla; el sonar de la campana para el recreo; y hasta en broma, el sonido de un cajero de banco, entregando tu dinero”. Es increíble todo lo que dicen, y además cierto.

Pero para mí, el sonido más espectacular, y que muchas veces no le hacemos caso, hasta ni nos damos cuenta, es el sonar de cada latido de tu corazón. Y es muy sencilla la razón, cuando deja de tocar, la vida se acaba, sintiendo ya la nada. Conecta el ánimo al ritmo de tu corazón. A menos ánimo, menos corazón. Y sin razón, el corazón tampoco lo encontrará. Si tu ánimo está bajo, haaay, hay, estás en el medio.

Cuarto: Levantarte todo los días, con la determinación de desafiar lo imposible, superar los obstáculos y vencer las adversidades. Aquí la clave es la “decisión” de accionar, esa determinación en modo activo y permanente. Que tengas como ese botón invisible, siempre en “On”, y que nunca esté apagado, por ningún motivo. Si de vez en cuando se te apaga, haaay, hay, estás en el medio.

Quinto: Levantarte todos los días y sentir aprecio por los demás. Ésta la dejo para el final, pues pareciera ser la más insignificante, peeeeero, pero, es la que tiene el puntaje más bajo en la actitud inconsciente de mucha gente hoy, según mi apreciación como consultor e investigador de procesos de vida productiva.

Las relaciones son el pegamento que mantienen vivas las ganas de convivencia. Y cuando se trata de relaciones, todo comienza con el respeto, con el deseo de considerar valiosos a los demás. Si usted trata a toda persona que encuentra como si fuera la persona más importante del mundo, le comunicará que él o ella es alguien, para usted. Siempre recuerde: el corazón viene antes que la cabeza.

A las personas no les importa qué tanto sabe usted hasta que sepan cuánto se interesa usted en ellas. La falta de comprensión hacia los demás es una fuente constante de tensión. La mitad de todas las controversias y conflictos que surgen entre las personas no son causados por las diferencias de opiniones o porque no puedan ponerse de acuerdo, sino porque no pueden comprenderse unos a otros.

La siguiente cita nos recuerda cuáles deben ser nuestras prioridades al tratar con otras personas:

La palabra menos importante: Yo;

La palabra más importante: Nosotros;

Las dos palabras más importantes: Muchas Gracias;

Las tres palabras más importantes: Todo queda perdonado;

Las cuatro palabras más importantes: ¿Cuál es tu opinión?;

Las cinco palabras más importantes: Usted hizo un buen trabajo;

Las seis palabras más importantes: Quiero poder comprenderle mejor a usted.

Si usted está en sintonía con las palabras de mis últimos párrafos, ya sabe en qué extremo está. Pero si le importa un comino, mi última reflexión, aaay, ay, usted está en el medio.

Saque su cuenta, en cuántos extremos está, para ver cómo está su actitud ante cualquier dificultad, porque con un solo “aaay, ay”, mi querido lector, aaaaayyyy, usted “sufre de crisis”, usted es “parte de la crisis”.