En tiempos de cambios, es mejor adelantarse en las adversidades, que quedarse detrás de la puerta a observar como otros lo hacen…
Todo tiempo está lleno de cambios, convulsiones, alegrías, estabilidad y decepciones. La manera como sepas llevar cada momento es clave, en cualquier etapa de la vida.
Cuando las amenazas llegan a la puerta, es mejor estar preparado para enfrentarlas, que esperar ver como las consecuencias te hundan. La mejor opción, es afrontarlas, de una vez, en vez de esperar que las complicaciones crezcan. Hay una historia tan antigua como el sol, que habla de un hombre optimista, que vivía tranquilo y feliz con su familia. Un inesperado día, una tormenta comenzó a caer en la zona, y no paraba de llover.
Los ríos que pasaban por el pueblo, comenzaron a llenar peligrosamente su cauce, hasta que la alerta de desalojo llegó a todos los vecinos, entre ellos el hombre que siempre tenía tranquilidad y felicidad en su hogar.
Por precaución sólo su esposa e hijos abandonaron la casa, quedándose él en ella, hasta que la tormenta cediera en su furia. Los ríos comenzaron a desbordarse, sumergiendo varias casas hasta la mitad, en agua. Solo por precaución el subió al tejado, hasta ver que la tormenta amainara. En ese momento un bote pasaba, solicitándole al hombre que lo abordara. Pero éste respondió: “Tranquilos muchachos, yo confío que esta tormenta pronto se acabará”.
Pero la realidad fue diferente, la tormenta empeoró. El agua, ya le llegaba al techo. En ese momento, un helicóptero de la televisión que estaba filmado los acontecimientos, se acercó a su casa, para un rápido rescate. Pero el hombre, nuevamente respondió: “Tranquilos muchachos, gracias por acercarse, pero esta tormenta pasará pronto”.
Pero la tormenta, empeoró, desapareciendo al hombre del tejado. Ya en el paraíso, molesto por haber llegado allí, pidió audiencia con Dios, reclamando por los acontecimientos. ¿Cómo era posible, habérselo llevado al cielo, y él estaba tan optimista de lo pasajero de la tormenta, en su pueblo? Dios, le respondió: “Muchacho, te envié varias advertencias de rescate, pero a ninguna hiciste caso”.
Aprende a leer la realidad de tus circunstancias, sin necesidad de hundirte por falta percepciones. Acepta lo que no puedes manejar de la realidad, y separa lo que sí. Analiza, entonces tus alternativas, y comienza a gerenciar tu propio proceso de cambio. Aprende a entender que lo justo e injusto, es sólo un punto de vista. Evita esperar que los acontecimientos dirijan tu vida, y te tragues con ello, las consecuencias negativas, que ésta te pueda ocasionar en la vida.
Principio universal número uno: Nada es para siempre, pero aprende a navegar en la oportunidad del “ahora”. Todo lo que sucede es temporal, pero tienes que estar muy alerta del tiempo que pueda durar cualquier circunstancia. Ten siempre consciente, que las consecuencias de hoy, definirán tu estilo del futuro.
Nada es para siempre, pero no actuar, puede traer consecuencias.
Nada es para siempre, pero esperar a esperar, te puede dejar sin mañana y con telarañas.
Nada es para siempre, pero en el dudar te puedes quedar en la eternidad.
Cambia, “Nada es para siempre”, por “hoy puedo reaccionar”.
Principio universal número dos: Paralizándote, no se resuelve nada. Hay mucha gente que espera y espera, que las cosas cambien. Juega a una esperanza, que puede ser peligrosa y hasta dañina. Todo tiene margen de error, todas las cosas tienen límites, todo tiene un tope.
Aprende a calcular tu margen, tus límites; inventa tu propio sistema de margen de error. ¿Hasta dónde estás dispuesto a esperar?; ¿Hasta dónde puedes aguantar?; ¿Cuál es tu límite de soportar?
Como nada es para siempre, tienes que aprender a tener el control de la vida en tus manos, y evitar que lo exterior lo defina, con consecuencias poco deseables.
Naciste para decidir, hasta el agua cuando se estanca se pudre. Y lo hace, porque la falta de movimiento y acción, lo deteriora todo. Aprende a ser la veleta de cualquier tormenta de viento; nunca dejes que la falta de decisión te ancle a la nada, a lo que no te gusta, a lo que te hace daño. Se tu propio mejor ejemplo, de la brújula de la dirección.
Principio universal número tres: Llenándote de angustias, sólo encontrarás lágrimas. Exagerando tus miedos, alarmando lo pequeño y oscureciendo la realidad, sólo te hará ver frustración y decepción.
Para ver la oportunidad en lo malo, la claridad en la oscuridad y para creer en un mejor mañana, te tienes que enfocar, y direccionarte en ello. Si tienes que voltear tu realidad, por los acontecimientos, a lo mejor nuevas tierras tendrás que explorar. Si quieres cambiar amenazas por oportunidades, es posible que algo diferente debas experimentar. Pero a veces, quizás hoy, lo que siempre has hecho, a lo mejor ya no tiene sentido. Y con lamentarte, solo empeorarás tu realidad, y desperdiciarás oportunidades.
Principio universal número cuatro: Dentro de todo lo malo, siempre hay oportunidad. A veces las crisis, son nuestros mejores maestros. Nos obliga a encontrar nuevas experiencias, nuevos retos, diferentes emociones. Acepta lo inevitable, en algún momento, y prepara tus coordenadas de cambio.
Decide hasta dónde puedes aguantar, seguir con el hoy.
Pero independientemente, siempre ten un plan B, que se pueda transformar en tu plan A. Nunca olvides, que nada es para siempre, todo puede cambiar, tarde o temprano. Siempre es saludable, visualizar como puedes ser mejor y diferente. Es lo natural en la vida, así que deja de quejarte, y comienza a dibujar una nueva realidad, si es tu caso.
Juan Carlos Caramés Paz
Experto en Creatividad, Autor, Conferencista, Asesor y Consultor.
Con más de 20 años al servicio de más de 800 empresas y 1.500.000 seres humanos formados. Más de 50.000 horas de facilitación. Más de 3.500 conferencias dictadas en: Venezuela, Panamá, Guatemala, Costa Rica, Estados Unidos, Colombia, México, Argentina, Perú, Dubai.