Hay un misterio del que nunca sabremos nada, que nos hace estar vivos, que nos enciende, y nos permite actuar… Pero al saber ya, que existe ese misterio lo único que nos toca es cuidarlo, alimentarlo bien y sacarle el máximo provecho, por una sencilla razón, no es para siempre, es por un ratico de lo que denominamos eternidad.

¿Qué llamo en mi título “Batería?

Me refiero con ello, a eso que nos mantiene vivo, respirando, radiante, con ganas, deseos, vivo. Va mucho más allá del alma, que también es otra cosa maravillosa.

¿Qué es tu batería?, entonces…

Primero, esa fuente de energía, que desde el amanecer, a penas despiertas, te da la fuerza y el empuje de hacer realidad cualquier imposible, cualquier insistir.

Segundo, esa carga que es más fuerte que las circunstancias que se presentan en tu vida, que las desilusiones y obstáculos que pueden empañar, en momentos dados, la luz del túnel.

Y tercero, es tu fuente de conexión con la realidad o la oscuridad. Con la realidad, cuando te decides a ver más lo positivo que lo negativo; cuando con lo que tienes buscas decidir oportunidades.

Oscuridad, cuando permites que los factores externos te descarguen, desmoralizándote, y convirtiéndote en un ser con poco brillo, sin avance, lento, sin proyecto.

¿Cómo está tu batería?, entonces.

¿Cómo la estás recargando, “en estos tiempos”?;

¿Por qué a muchos, se le va muy rápido la carga, y quedan toooooodo el día, como en mínimo?;

¿Por qué, muchos, ya desde la mañana, amanecen con baja carga?

Cada respuesta a las preguntas del párrafo anterior, pueden llegar a ser muy interesantes, pero de cuidado atención. Usted debe enseñar a su cuerpo, a mantener la mejor carga, y a tenerla en buena intensidad, la mayor cantidad del día. Si no es así, usted tiene problemas de carga.

Aun cuando todo esté perdido, cuando todo esté complicado, cuando la esperanza esté de vacaciones, una sola persona que piense lo contrario, puede marcar la gran diferencia, y ser el comienzo de un renovar, de un nuevo día, de todo lo mejor, de un nuevo país.

Para recargar tu batería no existen enchufes ni conectores, ese es otro misterio. Lo cierto es que ocurre. El secreto está en solo utilizar de manera correcta, lo que haces, piensas y dices. Para evitar que te quedes sin carga, todos los días, cuida solo cuatro factores de tu cotidianidad, y verás que la mejor carga, tendrás todos los días.

Primero, maneja mejor tus frustraciones, aprendiendo a escogerlas mejor y a separar las que tú puedes controlar y resolver, y las que tú no puedes resolver y controlar. Dejar de descargarte por lo que no puedes solucionar, es una manera sabia de mantener la carga, para lo que si puedes resolver.

Segundo, examina que te enfurece y alimenta de rabia, colocándole una lupa a las razones, que al convertirse en una diferencia, en tu manera de pensar, explotas, descargando la batería. Busca conexión con la diferencia, y entonces aplica calma a la situación, respira profundamente desde tu pecho hasta sentir darle oxígeno a los dedos de tus pies, repítete mentalmente “toma esto con caaaaaaaaaalma”, y busca una distracción, que te aparte por instantes de la situación real, que estás viviendo. La rabia es la primera causa de muerte mundial.

Tercero, ponle tope a las decepciones que manejes, en el día a día, a veces es bueno varias los estándares o expectativas que se deseen de las cosas o circunstancias. Pensar más en posibilidades, hace más suave cualquier decepción, que pensar en expectativa. Bájale dos a tus expectativas emocionales, y conviértelas en posibilidades terrenales. Así te dolerán menos las cosas, y descargarás menos las baterías del alma.

Cuarto, espanta los fantasmas del miedo y los temores. Los miedos paralizan o activan, te detienen o te hacer correr. El 80 por ciento de los temores y miedos, están dentro de nosotros, y la mayoría son falsos y nunca ocurrirán. Muchos de ellos son fantasmas creados por nosotros, que nos angustian y producen sensaciones de rechazo.

Alguien escribió una vez “¿Quién soy yo para brillar?”

Más bien, la pregunta a formular es:

¿Quién eres tú para no serlo? Tu pequeñez no le sirve al mundo, ni a ti mismo. No hay nada valioso en disminuirse, más bien eso contagia al otro. Cuando permitimos que nuestra luz brille, le damos permiso a otros para hacer lo mismo.

Si no tuvieras miedo ¿Qué harías? Todos nacimos para brillar…