El progreso no consiste en aniquilar hoy el ayer, sino, al revés, en conservar aquella esencia del ayer que tuvo la virtud de crear ese hoy mejor.
José Ortega Y Gasset
El ser humano nació para progresar, a pesar de cualquier dificultad, y hacer más agradable y fructífero su medio de vida. Cuando deja de intentarlo, sin querer puede estancarse o entrar en abandono. Y entrar en abandono, puede ser muy negativo como condición de vida y bienestar. La diferencia entre abandono y progreso, es tan clara que las propias palabras hablan por sí solas.
En abandono, sin querer o queriendo, entramos en un estado de dejar de prestar atención, olvidar el hacer, declararse vencido, descuidar el cuidado. Es la renuncia voluntaria e intencional, absoluta, de hacer poco o nada. Sus sinónimos son extremadamente peligrosos para la condición humana: desatención, pérdida, extinción, dejadez, descuido, apatía, abulia, desidia, negligencia, desánimo, alejamiento, desinterés, desolación, renuncia, deserción, cesión, desamparo, indefensión, desentenderse, prescindir, alejarse, entre muchas más.
En progreso, el panorama es diferente.
Lo interesante de Progreso, es que es un concepto que indica la existencia de un sentido de mejora en la condición humana. No está referido a lo material, sino a la esencia blanda del ser, de cómo se siente, mental, física y espiritualmente. De cómo la vida dura más, en plenitud y condición. Como trascendemos, felizmente, hasta en la eternidad.
Podemos seguir analizando estos conceptos, pero de eso no deseo escribir. Quiero profundizar, en los mismos, desde otra perspectiva, desde la óptica de la mentalidad. Y es allí donde se hace interesante, la diferencia entre abandono y progreso, porque una cosa es abandono y/o progreso, y otra muy diferente mentalidad de abandono y/o mentalidad de progreso. Veamos entonces, a qué me refiero, reflexionando, en el plano personal, en qué estado estamos (tú, yo, el otro, todos).
Cuando tienes mentalidad de abandono, tu eres sujeto y verbo, tú mismo eres abandono, y todos los que están a tu alrededor se perjudican, alimentan y modelan, tu actitud. En otras palabras, eso contagias y magnetizas. En cambio, cuando tienes mentalidad de progreso, tú eres el progreso, y todos los que están a tu alrededor se benefician de lo que haces y cómo lo haces. También se alimentan de tu actitud.
Con mentalidad de abandono, te vuelves cómplice de lo que no funciona o medio funciona. El conformismo se adueña de tu deseo. Las cosas te importan nada o casi nada. Por ejemplo, un papel que lances al piso, en la calle, es algo normal y no sientes ningún tipo de remordimiento por lo que piensen los demás, ni por la consecuencia de tu acto.
Con mentalidad de progreso, te vuelves protagonista del bien hecho, del hacerlo bien (como debe ser). Te conviertes, positivamente, en un rebelde de lo que no está como debe ser. Simplemente, exiges y modelas, con lo correcto, con lo esperado. Te destacas, porque tu verbo es “Qué pasó aquí, que todo está abandonado”. Te conviertes en centro de atención del “aquí debería ser mejor, aquí no está lo que se espera”, “vamos hacerlo diferente, vamos a mejorar…”. Si ves un papel tirado en el piso, hasta lo recoges, y sin quejarte o hablar mal de nadie, lo arrojas a la basura, donde debe estar.
Con mentalidad de abandono, aprendes a convivir con lo mediocre, te resignas con lo poco y dejas de exigir lo básico. Aprender a vivir con las sobras, con lo que hay. Con el abandono todo va al foso, al piso, ya que su significado etimológico es “Dejar el poder a otro, que no seas tú mismo”.
Con mentalidad de progreso buscas parecerte a lo mejor, te comparas con el tope, con los buenos ejemplos, con los exitosos. Persigues el sueño, que paso a paso, te lleva a ser el sujeto de la excelencia y lo extraordinario.
Con mentalidad de abandono “la actitud” se empobrece, arropando con ello todas las consecuencias de nuestros hábitos. La dejadez, la irresponsabilidad y la apatía, se vuelven tu mejor firma. La cortesía y la amabilidad, pasa a un segundo plano, no importándote nada ser un modelo de las buenas prácticas de educación.
Con mentalidad de progreso, “la actitud” se reconvierte, fortalecida por el apetito de ser cada día mejor, para llenar la sangre de pasión y energía. Cuando deseas progresar, tus deseos son más fuertes que la realidad, y la esperanza con trabajo, se vuelve presente.
Con mentalidad de progreso, aprendes que ser gente, forma parte del éxito, convirtiéndote en modelo para muchos y en ejemplo de inspiración en cortesía y en buenas prácticas para la convivencia.
Con mentalidad de abandono la calidad de lo que haces te importa poco. Destacar no es prioridad, sobresalir no es tu interés, ser ejemplo, no está en el plano. No te importa sentirte peor, o ser el peor.
Con mentalidad de progreso, la calidad y los mejores resultados, es constante, es el deber. Te sientes preocupado, ocupándote de construir un mejor porvenir. No te conviertes en esos, que esperan la vida se porte bien contigo. Recuerda que las consecuencias de tus actos, son tu presente y futuro.
Con mentalidad de abandono, el mismo cuerpo, sus órganos vitales, se acostumbran a responder a lo mínimo. El esfuerzo adicional, se convierte en el tremendo esfuerzo. Siempre estás como cansado, agotado y todo te cuesta.
Con mentalidad de progreso, el cuerpo siempre está dispuesto a lo mejor, al esfuerzo, a lo nuevo. Tu organismo responde con agrado a los retos y se llena de esperanza, por alcanzar el éxito.
Es clave en la vida, saber en qué mentalidad estás en este momento, o en cuántos planos de abandono tienes. O dónde debes mejorar en la mentalidad de progreso. Pero si no sabes cómo estás, tampoco llegarás a un mejor destino. Espero estas palabras ayuden en tu caminar, en corregir destinos y en reenfocar tu objetivo de vida, porque cualquier país necesita más ciudadanos decididos a progresar.
Juan Carlos Caramés Paz
Experto en Creatividad, Autor, Conferencista, Asesor y Consultor.
Con más de 20 años al servicio de más de 800 empresas y 1.500.000 seres humanos formados. Más de 50.000 horas de facilitación. Más de 3.500 conferencias dictadas en: Venezuela, Panamá, Guatemala, Costa Rica, Estados Unidos, Colombia, México, Argentina, Perú, Dubai.