Todos los días nos da, junto con el sol, un momento en el que es posible cambiar todo lo que nos hizo “infelices”.

Todos los días tratamos de fingir que no percibimos ese momento, que ese momento no existe, que hoy es igual que ayer y será igual que mañana.

Pero quien presta atención a su día, descubre el “instante mágico” que puede estar escondido en cualquier parte. Ese momento existe.

Un momento en el que toda la fuerza de las estrellas pasa a través de nosotros y nos permite hacer milagros.

La “felicidad” es a veces una bendición, pero por lo general es una “conquista”.

El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, nos hace ir en busca de nuestros sueños. Vamos a sufrir, vamos a tener momentos difíciles, vamos a afrontar muchas desilusiones… pero todo es pasajero… y no deja marcas.

Para ver más rápido ese instante mágico, a veces hay que recurrir, a lo que una vez Paulo Coelho llamó cerrar etapas.

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella, más del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto.

Cerrando círculos, cerrando puertas, cerrando capítulos, como quieras llamarlo; lo importante es poder cerrarlos, dejar ir momentos de la vida que van clausurándose.

¿Terminó con su trabajo? ¿La relación se terminó?

¿Ya no vive más en esa casa? ¿Debe irse de viaje?

¿La amistad se acabó?

Puede pasarse mucho tiempo de su presente “revolcándose” en los porqués, en regresar el cassette y tratar de entender ¿por qué sucedió tal o cual hecho?

El desgaste sería infinito porque en la vida, usted, yo, su amigo, sus hijos, sus hermanas, todos y todas, estamos orientados a ir cerrando capítulos, a pasar las hojas, a terminar con etapas, o con momentos de la vida, y seguir adelante.

No podemos estar en el presente añorando el pasado, ni siquiera preguntándonos ¿por qué? Lo que sucedió… sucedió, y hay que soltar, hay que desprenderse.

No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.

¡No! ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, botar documentos, vender o regalar libros.

Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación: dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, hay que aprender a perder y a ganar.

Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo con lo que tenemos en el presente. ¡El pasado ya pasó!

No espere que le devuelvan algo, no espere que le reconozcan sus méritos, no espere que alguna vez se den cuenta de quien es usted. Suelte el resentimiento, encender “su televisor personal” para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo y enfermarlo.

La vida es para vivirse hacia adelante, nunca para atrás. Porque si usted anda por la vida dejando puertas abiertas, “por si acaso”, nunca podrá desprenderse de eso, ni vivir lo de hoy con satisfacción.

Noviazgos o amistades que nunca clausuran, posibilidades de “regresar“ ¿para qué? Necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron… ¡si puede enfrentarlos ya y ahora, hágalo! si no, déjelos ir, cierre capítulos.

Dígase a usted mismo que no, que no vuelve. Pero no lo haga por orgullo ni por soberbia, sino porque usted ya no encaja allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese escritorio, en ese trabajo.

Usted ya no es el mismo que se fue, hace dos días, hace tres meses, hace un año.

Por tanto, no hay nada a que volver. Cierre la puerta, pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo, ni el entorno al que regrese será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático.

Es salud mental, amor por usted mismo, desprender lo que ya no está en su vida. Recuerde que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque: cuando usted vino a este mundo llegó sin ese “adhesivo”, por tanto es “costumbre” vivir pegado a él, y es trabajo suyo aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy le duele dejar ir.

Pero clausure, limpie, tire, oxigene, despréndase, sacuda, suelte. Hay tantas palabras para significar salud mental, y cualquiera que sea la que escoja, le ayudará definitivamente a seguir hacia adelante con tranquilidad.

¡Así es la vida!

Cierro con un regalo alentador, ahora que comienza la navidad…

Si un día al despertar, encontraras al lado de tu cama un lindo paquete envuelto en un bello papel y con un lazo de cintas coloridas,  seguramente lo abrirías, incluso antes de lavarte la cara, rompiendo el papel, lleno de curiosidad, para ver lo que hay dentro…

Si tal vez encontrarás allí algo que no te gusta mucho… entonces guardarías la caja, pensando qué hacer con ese regalo aparentemente “inútil”…

Pero, si al día siguiente hubiera otra caja,  nuevamente la abrirías corriendo. Y tal vez en esta oportunidad encontrarías algo que te gusta mucho.. Un recuerdo de alguien que está lejos… un  lindo traje que viste en una vidriera, la llave de un nuevo carro… un abrigo maravilloso para los días de frío… o simplemente un ramo de flores de alguien que se acordó de ti…

¿Vez lo que ocurre? Pasa todos los días, pero no lo percibes…

Todos los días cuando despiertas está ahí, frente a ti, una caja de regalo  que te envía la vida:

¡Un día enterito para usarlo de la mejor forma posible!

A veces viene lleno de problemas, problemas que no logras resolver: tristeza, decepciones, lágrimas.

Pero otras, veces, viene lleno de sorpresas, alegrías, victorias y  conquistas.

Lo  más importante es que todos los días TU VIDA envuelve, mientras duermes y con  todo cariño, tu regalo: ¡EL DÍA SIGUIENTE!