La ansiedad no agota las angustias del mañana, solo agota la fuerza del hoy…

-Charles Spurgeon  

   La ansiedad es la emoción que aparece cuando sientes que se acerca una amenaza, cuando visualizas el futuro de manera negativa y, en consecuencia, intentas prepararte para hacerle frente.

   La ansiedad se apoderará primero de nuestra mente y luego de nuestro cuerpo. Por ejemplo, antes de un examen comenzamos a estar inquietos, y luego aparecen los famosos dolores de cabeza, el malestar estomacal, el sudor, etc.

   La ansiedad como reacción normal nos permite afrontar una presión externa y se presenta acompañada de aquellos temores que todos tenemos y que nos preservan ante una amenaza o peligro. Por ejemplo, si se acerca el examen, la ansiedad nos puede poner en alerta para prepararnos mejor (y estudiar).

   Ahora, ¿qué nos sucede cuando pasamos de vivir un momento de ansiedad a vivir ansiosos? Alguien excesivamente ansioso ve cada situación  nueva, cada cambio, cada desafío que le toca vivir, como una tortura y experimenta un gran sufrimiento interior.

   La ansiedad crónica es peligrosa, tóxica y perjudicial. El problema surge cuando la ansiedad se convierte en un temor excesivo e irracional a situaciones que afrontamos diariamente. Entonces, pasa a ser una emoción tóxica.

   La clave es descubrir dónde comienza esta ansiedad negativa para que, una vez la reconozcamos, podamos superarla y asumir lo que nos toque pasar de la mejor forma posible y de la manera menos tóxica.

   En principio, descubriremos que el comienzo se da siempre en la mente. ¿Alguna vez has prestado atención a tus pensamientos? Si no lo has hecho, tómate tu tiempo para ver en qué estás pensando y qué es lo que “te da vuelta en la cabeza” la mayoría de las veces. Ahí está la clave de la ansiedad: en tus pensamientos, en aquellos pensamientos que tu cerebro, de manera equivocada, interpreta como reales. Y aunque tu razón sepa que no son verdaderos, los crees a nivel emocional, es decir, que sientes que son verdad.

   Si tu cerebro cree que va a suceder algo malo, empezará a enviar síntomas de ansiedad. Existe un proverbio que dice: “No puedes evitar que aves de preocupación vuelen sobre tu cabeza. Pero puedes impedir que aniden en tus cabellos”. Aprende a descartar de tu mente todo aquello que intoxica tus emociones.

   Cuando estamos demasiado ansiosos, buscamos por todos los medios calmar esa emoción tóxica y recurrimos a cosas como la comida, el trabajo en exceso o, lo que es peor, a la automedicación.

   Veamos algunos de los síntomas más comunes de la ansiedad: Miedos, inseguridad, preocupación por demás, aprensión, problemas de concentración, dificultad para tomar decisiones, insomnio, sensación de pérdida de control de la propia vida o del medio que nos rodea, hiperactividad, pérdida de interés, movimientos torpes, tics nerviosos.

   Con el tiempo, si la ansiedad no se trata de manera adecuada, puede llegar a afectar seriamente la salud y derivar en lo que se conoce como trastornos de ansiedad. Destacan síntomas como palpitaciones, presión arterial alta, opresión ene le pecho, sensación de ahogo, problemas digestivos, tensión muscular, dolor de cabeza, fatiga, entre otros más.

   Para librarte de la ansiedad, o hacer que ésta baje en tu cabeza, te recomiendo poner en práctica, la mayor cantidad de sugerencias, que detallaré a continuación:

  • Comienza a detectar cuáles son las fuentes de tu ansiedad.
  • Piensa ahora en todas las cosas que te roban la paz y hoy mismo toma la decisión de abandonarlas.
  • Adopta pautas que te permitan disfrutar, un tanto más, de la vida que llevas y como la llevas. Sobre todo con un tanto de más calma.
  • Haz todo lo posible por reducir o eliminar por completo todas aquellas cosas que te hacen sentir ansioso.
  • Desarrolla nuevos hábitos que, por el contrario, te ayuden a sentir paz en tu interior, alma y cuerpo.
  • No leas todo el día malas noticias. Ni escuches emisoras que den enfoque exagerado negativo, a lo que te gusta.
  • Llena tu vida de información útil, de datos que te enriquezcan. Busca lechugas frescas en los temas que te llamen atención.
  • Cuida la salud de tu cuerpo. Ponte hacer ejercicio, que llenen de endorfinas tu cuerpo. Define rutinas de actividad física que te hagan sudar. Tu cuerpo te acompañará el resto de tu vida. Es tu carta de presentación al mundo y es tan importante como tu alma y tu espíritu. Habla bien con él.
  • Aléjate de la gente negativa, tóxica y problemática. Ello no significa aislarte, sino poner límites sanos. Hay personas a las que solo les gusta hablar de los problemas propios y ajenos. Ellos no aportan nada significativo a tu vida. En cuanto de ti dependa, no permitas que sus palabras y acciones tengan cabida en tu mente y mucho menos de determinen tu estado de ánimo.
  • Acércate a personas con mentalidad positiva, aquellas que añaden valor a tu vida, que dejan algo bueno, o de la cual puedas aprender mucho.
  • Crea el hábito de hablar en positivo. No basta solo con hablar, es fundamental aprender a hacerlo en positivo. Considera muy bien tus palabras antes de hablar. Las palabras son herramientas y tienen el poder de construir o destruir tu futuro.
  • Ríete un poco más todos los días. La risa hace que cualquier carga sea más liviana, y está comprobado científicamente que produce grandes beneficios en el cerebro y el cuerpo.

   Finalizo con un pensamiento de Muhammad Alí, el cual dijo una vez, “No cuentes los días, haz que los días cuenten”. Yo lo digo de otra manera… “Si contra el tiempo no puede nadie, que le estás dejando tú al tiempo…”

   Naciste para ser libre, no seas esclavo de nada ni de nadie. No permitas que la ansiedad llene tu vida. Concéntrate en las cosas importantes, que son las que multiplican tu energía; las secundarias la roban.

Fuente: Ideas tomadas de emociones tóxicas, de Bernardo Stamateas. Adaptación propia.