“La constancia es la virtud por la cual todas las virtudes dan fruto”

Arturo Graf

Casi todos hemos afirmado, alguna vez, que nos gustaría tener una propia empresa, ser nuestro propio jefe, dejar de ser empleado. Eso no tiene nada de malo, por el contrario, denota tener aspiraciones en la vida.

Lo que si no es muy conveniente, es que te la pases afirmándolo toda la vida, sin aterrizar tus deseos, sin colocarle fecha a esa intención, sin tener los objetivos y la meta clara, para semejante aspiración; ya que no es cualquier cosa, ser tu propio jefe.

Por eso, ya es tiempo que le pongas fecha, y que inicies un proceso de transformación, que comienza con Contratarte a Ti Mismo. Como lo lees, contrátate a ti mismo, de una vez por todas.

¿Qué es Contratarte a Ti Mismo?

Pueden ser muchas cosas, pero comenzaré por mencionar las más prioritarias, no necesariamente, las más importantes, para dar una idea al concepto que estamos tratando.

Primero: Comienza a identificar, en tu vida, tus talentos naturales.

No hay nada más placentero, que hacer lo que más te gusta. Es bastante incómodo, estar toda una vida, haciendo lo que no te gusta, lo que no te atrae, lo que haces por hacer. Hacerlo, es una especie de esclavitud silenciosa.

Cuando lo que te gusta, lo atraes con más concentración, inicias lo que se llama focalización del centro de tu vida. Todo lo que está a tu alrededor comienza a girar en torno a tus talentos, desarrollándolos, aún mejor, y transformándolos en habilidades.

Cuando la gente te llama por esas habilidades, o te destacas por ellas mismas, ya inicias el proceso para pensar, seriamente, en hacerlo  a lo grande, y dar exclusividad a tus actividades en la vida.

Segundo: Mantén constancia en el propósito.

Nada dura para siempre, si no lo conservas y cuidas.

Nada dura para siempre, si la calidad de lo que haces, es por un ratico.

Nada dura para siempre, si los altibajos forman parte de tu estilo.

En mi segundo libro, “Emprendedor, Hacedor de Hacedores”, digo “nada es más contrario a la curación que el cambiar frecuentemente de remedio”. La constancia es esa especie de capacidad que tiene un ser humano de mantener por tiempo suficiente un “anhelo” para convertirlo en realidad.

Cuando demuestres, abiertamente, indicios de sostener por tiempo suficiente, la constancia de la constancia, significa que ya estás contratando a ti mismo.

Tercero: Recicla tus creencias, “Lo mismo se convierte en lo de siempre”.

Solo párate al aire libre, y mira al cielo. Verás como las nubes te pasan por encima. Aunque tú no hagas nada, ellas pasan. Así es la vida, ella está hecha de lo que haces.

Para que ésta tenga más sentido, muchas veces tendrás que cambiar significados en ella. Hay convicciones que son innegociables, a ellas las llamamos valores. Pero hay convicciones en la vida, que en algún momento necesitan de una modificación, o simplemente pasar la página.

Para contratarte a ti mismo, muchas veces tendrás que cambiar de paradigma, o mejor aún, inventarlo. Hay un sabor especial en ello.

Cuarto: Renueva la esperanza, cada vez que la adversidad aparezca.

La adversidad es un factor que perturba acontecimientos. La templanza, es esa especie de habilidad para demostrarte a ti mismo, que ninguna adversidad es quien para alterar tu firme propósito en la vida.

La personas que se quieran contratar a sí mismo, tienen que desarrollar esa especie de palanca de velocidad, para pasar por encima a cualquier obstáculo, por más grande que sea. Cuando tienes claro tu propósito, la adversidad es solo un obstáculo, en ningún momento un motivo para declinar.

Quinto: Mantén actualizado tu inventario de imposibles.

Un imposible, es una razón para desmotivarse, o la razón para motivar un propósito. Cuando careces de algún anhelo imposible, algo de esperanza te falta.

Llamamos imposible, a algo increíble, que puedes volver posible, con una sumatoria de esfuerzos programados. Mucha gente se siente incapaz de lograr algo, por el simple acto de solo pensarlo. Por el contrario, otros se llenan de confianza, cuando con el poco a poco, comienzan a darse cuenta que imposible, es sólo una palabra.

Contratarte a ti mismo, es una filosofía de adueñarte de tus deseos, y volverlos realidad, con el firme propósito de no apartar la vista de la meta, por el tiempo que sea necesario.