El alma regresa lo que siente…

 

Las palabras que decimos dan fuerza o te quitan energía. Las palabras dan vida o enferman.

El tiempo corre, y en su caminar por este país, las oportunidades de mejora abundan. Son varias las cosas que están pasando y de muchas noticias se alimenta nuestra conversación a diario.

En la vida, circunstancias pueden pasar, pero todas ella juntas constituyen la realidad que vives. Pero una cosa es la realidad de las circunstancias y otra la que se lleva por dentro, la que decides sentir en tu ser. Y de lo que sientes, se alimentan tus palabras.

Como las palabras dan fuerza, o la quitan también, esta razón da mucho pie a que nos tomemos muy en serio la calidad de nuestras afirmaciones y evitemos caer en la trampa de sus consecuencias. Nunca olvide esta máxima: “El alma regresa a tu cuerpo lo que siente, para bien o para mal de tu existencia”.

Por todo ello, tenemos que tomar medidas. Consideremos una medida, como una acción para tener conciencia y control, sobre lo que a veces no sabemos nos domina o dibuja nuestra realidad. Veamos cuatro medidas, que te invito a poner en práctica.

Primera medida: Ponle un freno a la cantidad de conversaciones negativas, que sostienes por día, en tu rutina de vida.

La intensidad y duración de afirmaciones negativas, resquebrajan la fortaleza de tu energía, inclusive debilitando hasta tu sistema inmunológico. Sobre todo esas conversaciones, llenas de palabras de desesperanza, tristeza y frustración.

La medida tiene que ver, con el darte cuenta de la cantidad de minutos al día, que inviertes en tener tantas palabras que no son positivas, tantas oraciones de lamento y tantos enganches sobre lo que opinan otros, de lo que está pasando o de lo que alimenta la rutina existencial.

Saca tu cuenta por solo un día, lleva tu propia contabilidad y proyéctala semanalmente, para que te des cuentas que quizás estás alimentando tu energía de la peor manera.

Recuerda que la conversación negativa la puedes tener con otra persona, con tus pensamientos, viendo noticias, revisando tus redes sociales, y escuchando las cosas que dicen otros.

Segunda medida: Ponle freno de mano a las palabras de rabia y a su intensidad, que afirmas en tu pensamiento y que disparas, todos los días, en tu conversación.

Recuerda, constantemente, separar la realidad de las emociones. Sobre todo en las tonterías de la cotidianidad. Frenar las palabras con rabia es tratar de buscar, dentro de la objetividad, como ver las circunstancias de una manera más fría y objetiva.

Bajo los efectos de la rabia no es aconsejable tomar ningún tipo de decisión, ya que los intereses en sus consecuencias pueden llegar a ser incalculables. Pocas veces se ha visto que la amistad dure con rabia.

Con rabia activas en la sangre bioquímica de enfermedad, pues el cuerpo se activa para el enfrentamiento, para la pelea, para la disputa, y para hacer cosas, con consecuencias de arrepentimiento de por vida. Lo peligroso de la rabia, es que te puedes volver adictivo a ella, hasta convertirte en una persona rechazada por muchos.

Para tomar conciencia de tus rabietas, cada vez que estalles en una, marca debajo de tu mano, una rayita con bolígrafo, primero para llevar la contabilidad, segundo para que tomes consciencia y tercero para que te de vergüenza personal ante los demás.

   Tercera medida: Purga tus palabras de rabias y no permitas que consuman segundos de tranquilidad y felicidad.

Si te cuesta controlar las palabras de rabia, una vez descargadas, dedícale tiempo a disminuir su peligrosidad en el cuerpo y purifica tu sangre, haciendo algo que te agrade y te relaje, y que endulce de endorfinas la vida y la rutina.

Cuarta medida: Trata, en lo posible, de disminuir  los enganches de palabras que terminan en discusiones absurdas y en reacciones descontroladas, que elevan la tensión y el cortisol en la sangre.

Aquí la tolerancia es la clave. Comienza a ponerla en práctica, ya que a veces no es fácil. Cuando muchas variables están fuera de control, esta situación dificulta y eleva la frustración, complicando la tolerancia. No se trata de ser menos exigente, sino saber escoger mejor cuando engancharte, por algo que justifique esa razón.

Los enganches emocionales alejan las relaciones, complican los momentos y, a veces, traen desbastadoras consecuencias de por vida. Tienes que hacer conciencia que el enganche siempre lo originas tu. De allí la justificación en controlarla.

Cada palabra activa un significado, y cada significado moviliza una emoción que se traduce en energía, positiva o negativa para tu vida. De esto se trata la existencia, y también lo que puedas durar en ella.

Revisa tu balance diario de carga de energía. El darte cuenta es el primer paso. Muchas veces la inconsciencia rutinaria nos paga caro con consecuencias de vida.

La energía la cargas o la descargas con lo que piensas, con lo que haces y con lo que recuerdas. Conviértete en el contable de tus palabras. Lleva a la cuenta de pérdidas, las palabras de odio y rabia. Disminuye la cuenta de enganches de alta emoción negativa, porque todo lo que pienses o te enferma o te da más vida.

No cuesta nada, pon en práctica algunas de estas medidas, para que tu balance cada noche sea más agradable y positivo. Las circunstancias pasan, pero también la vida, si ni ponemos control sobre lo que nos hace daño, sobre todo en el uso de algunas palabras…

 

 

Escribe en tu libro de mapa mentales los aprendizajes y compromisos que logras sacar de la lectura de este artículo.

 

Fuente: Historia tomada del anonimato de la humanidad.